Como una buena leonina o murciélago en el horóscopo Maya, gusto de
estar en el escenario. Ensayos, preparación. La adrenalina de la coxia. El
corazón batiendo fuerte segundos antes del abrir de la cortina. Me siento llena
en el escenario. Como se viviera en otra dimensión.
Cuando era niña, hacía ballet, jazz y teatro. Con el pasar de los
años, fui dejando la danza de lado y dedicándome íntegramente al teatro. Pero
hay unos tres años, la gana de bailar volvió y quiso dedicarme la una danza que
siempre me facinou y que tenía toda relación con los nuevos rumbos que yo iría
a tomar: ser profesora de Lengua Española. Fui hacer flamenco.
Sin embargo, en estas ironías del destino, o no... no me gustó la
clase experimental que hice. No sentí la emoción que siento al ver las bailaoras
rodando sus faldas con babeados, batiendo palmas y los pies firmes en el suelo.
No conseguí emocionarme con lo cante.
¿Lo que estaría aconteciendo?
Hoy percibo que no estaba preparada para el flamenco. Tenía que
conocer la raíz. El comienzo. La historia.
Nenhum comentário:
Postar um comentário